Tierra de Negocios / El polémico glifosato.

La Unión Europea está a punto de tomar una decisión significativa que afectará al sector primario mundial: extender la autorización del uso del glifosato, un producto químico presente en herbicidas, por un período adicional de 10 años. En septiembre, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) y la Agencia Europea de Sustancias y Mezclas Químicas (ECHA) concluyeron que el glifosato es seguro y eficaz, no identificando preocupaciones críticas sobre su impacto en la salud humana y animal. Sin embargo, señalaron lagunas de datos pendientes y no concluyentes. La controversia sobre el glifosato surgió en 2015 cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS) lo catalogó como un posible carcinógeno humano, aunque la ECHA afirmó el año pasado que no cumplía con los criterios científicos para esta clasificación. El glifosato desempeña un papel importante en el control de malezas y el aumento de la productividad de los cultivos, lo que conduce a una producción de alimentos más eficiente y sostenible al reducir la competencia de las malezas por recursos como agua, luz solar y nutrientes del suelo. Varios estudios han demostrado cómo las malezas pueden reducir significativamente los rendimientos de cultivos, y la FAO estima que entre el 26% y el 40% de la producción agrícola mundial se pierde anualmente debido a malezas, plagas y enfermedades. Productores de Sudamérica han solicitado que la Unión Europea renueve el permiso para el uso del glifosato, argumentando que es esencial para satisfacer la creciente demanda global de productos de soja y destacando las evaluaciones de riesgos de las autoridades europeas. En México, el Consejo Nacional Agropecuario (CNA) ha respaldado la evaluación científica de las autoridades sanitarias europeas, advirtiendo que la prohibición del glifosato resultaría en una disminución de la productividad, aumento de los costos y alza de los precios de los alimentos. En medio de esta discusión, se destaca la necesidad urgente de profundizar en la evidencia científica y utilizar enfoques tecnológicos que garanticen tanto el suministro de alimentos como la sostenibilidad ambiental. Esto subraya la importancia de la ciencia y la tecnología en el servicio de la alimentación saludable y sostenible, desafiando mitos y leyendas en torno al uso del glifosato.