la creciente popularidad de los probióticos, con enfoque en el kéfir y el yogur natural, dos productos lácteos fermentados con funciones similares pero diferencias fundamentales. El kéfir, una bebida fermentada con kéfir-granos, es preferible para aquellos con intolerancia a la lactosa o que buscan evitar la pasteurización. Su origen se remonta al siglo VII en el Cáucaso. Existen tipos de kéfir según el líquido empleado, como leche o agua.
En comparación, el yogur se obtiene mediante la fermentación láctica de la leche por bacterias específicas. Ambos alimentos son probióticos, pero difieren en su proceso de fermentación y microorganismos. El kéfir tiende a tener una mayor diversidad de cepas bacterianas y levaduras, siendo más beneficioso para mantener un equilibrio intestinal saludable y posiblemente mejor tolerado por quienes tienen intolerancia a la lactosa.
Ambos contribuyen a la salud digestiva, previniendo el estreñimiento y reduciendo la inflamación intestinal. El yogur es rico en calcio y beneficia la salud ósea, mientras que el kéfir se asocia con la reducción de los niveles de colesterol y posibles efectos antitumorales. Aunque ambos son beneficiosos, el kéfir destaca por su contenido superior de bacterias beneficiosas, siendo un aliado para combatir la inflamación intestinal, facilitar la digestión y mantener la flora intestinal en equilibrio.
Fuente: EDairyNews
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